La cuarentena indudablemente redujo la actividad física para mucha gente y agravó las condiciones metabólicas de las personas que con antelación eran sedentarias. Dos factores ambientales fueron los causantes:
1. Sedentarismo
2. Ingesta mayor de calorías
Bajo estas circunstancias no es extraño que las personas, niños o adultos, hayan incrementado los problemas de mala digestión y su peso corporal.
El sedentarismo se ha convertido en los últimos tiempos un problema común, tanto en los niños como en los adultos y ya sabemos que la falta de ejercicio tiene consecuencias emocionales, neurológicas, hormonales, inmunológicas y metabólicas, que pueden ponernos en desventaja en la lucha contra las enfermedades crónicas y las infecciones, incluyendo el COVID-19.
El deporte habitual también es una medicina como lo es la alimentación saludable en la protección contra múltiples enfermedades, por ejemplo, se ha demostrado que el ejercicio es una opción de tratamiento eficaz en el control de enfermedades a largo plazo como hipertensión, diabetes y enfermedad cardiovascular, incluso para las infecciones. La mortalidad y las complicaciones por influenza, por ejemplo, son significativamente más bajas en las personas deportistas o con buena actividad física que en las sedentarias.
La actividad física moderada mejora la función de los linfocitos antivirales y la microbiota intestinal, la cual soporta la base de la inmunidad innata. En cambio los pacientes que suelen complicarse por la infección por influenza suelen ser obesos y sedentarios.
Este ejemplo demuestra una clara vulnerabilidad inmunológica a las infecciones respiratorias por un problema metabólico.
Con la infección por SARS-COV-2, el agente causante de la enfermedad COVID-19 es lo mismo, no hay ninguna diferencia, suelen complicarse precisamente los pacientes con hipertensión, diabetes, obesidad, enfermedad cardiovascular y los adultos sedentarios, y ya se ha demostrado que la persona físicamente bien acondicionada resiste mejor un trauma quirúrgico, una infección en la unidad de cuidado intensivo o el postoperatorio de un problema importante. Por eso, algunos investigadores (1) proponen que la VO2 max. Puede ser un parámetro de gran ayuda para clasificar el riesgo del paciente con COVID-19 que ingresa a la unidad de cuidado intensivo.
Esencialmente, el VO2Max es el volumen máximo de oxígeno que puede procesar el organismo durante un ejercicio o la cantidad de oxígeno que el organismo aprovecha al respirar con el deporte. Se cuantifica en mililitros de oxígeno por kilo de peso corporal por minuto (ml/kg/min). La población general suele tener unos valores estándar de VO2 máx alrededor de 40-50 ml/kg/min, y los atletas profesionales suelen rondar los 70-80 ml/kg/min. La VO2 max. Se cuantifica en unidades de cuidado respiratorio con implementos especializados.
La VO2 max del adulto está determinada genéticamente, pero se puede mejorar y sostener con el deporte habitual a cualquier edad. Es importante conocer que el deporte en los primeros años de vida, tiempo en el cual el niño desarrolla la contextura muscular, es fundamental para la hiperplasia y la hipertrofia de lo que será en el futuro la masa muscular del adulto.
La base de casi todas las funciones orgánicas sistémicas se forma durante los primeros 7 a 10 años de vida. El fenotipo físico o sea la contextura corporal y el metabolismo no son las excepciones, por el contrario, un niño deportista tendrá mejores opciones de conservar normal su perfil lipídico, el funcionamiento de su sistema cardiovascular, pero también su contextura física, incluyendo su masa muscular y ósea. La masa muscular y ósea ganada durante la niñez lo protege contra las enfermedades metabólicas, por ejemplo, obesidad, la diabetes y osteoporosis y asegura un mejor metabolismo.
En términos de resistencia física, cuando mejor sea la VO2Max, mejor es nuestra capacidad de resistir la intensidad y el tiempo del deporte. Pero esta misma resistencia se aplica en un momento donde nuestro organismo es llevado al límite, por ejemplo, en un trauma quirúrgico, un trauma múltiple, una infección severa, etc.
Recordemos que la infección por COVID-19 inflama directamente el parénquima pulmonar y el endotelio capilar, lo cual interfiere con la ventilación y la oxigenación pulmonar. Estas dos situaciones pueden ser mejor toleradas si con antelación hay un buen acondicionamiento físico.
Una de las razones por las cuales el paciente se complica de un momento a otro en el COVID-19 es el trombo embolismo pulmonar agudo. Por eso hemos visto que algunos pacientes que aparentemente estaban superando la infección se complican de un momento a otro y se asfixian. Esta condición también podría ser mejor tolerada si el paciente tuviera con antelación buenos volúmenes y capacidades respiratorias, los cuales se obtienen con una buena actividad física. El deporte también reduce a nivel capilar los marcadores inflamatorios, los factores trombóticos y mejora la vasodilatación, todo lo cual contribuye a superar exitosamente la infección por SARS-COV.2.
Varios investigadores insinúan que hay otras formas de conocer nuestra resistencia física y es conociendo el umbral anaeróbico. La resistencia aeróbica es la capacidad de un ser humano de llevar a cabo un esfuerzo de intensidad media o leve en un largo tiempo, por ejemplo, caminar 10 kilómetros sin descansar. La resistencia anaeróbica, por el contrario, es la capacidad de realizar un esfuerzo muy intenso por un corto tiempo, por ejemplo, levantar pesas, spinning, atletismo de velocidad en distancias cortas, etc.
El umbral anaeróbico consiste en calcular nuestra frecuencia cardíaca máxima (FCmax=220-edad) y aplicarle el 90%, que es aproximadamente donde suele estar el umbral anaeróbico de la mayor parte de la gente.
Es importante conocer que la capacidad de realizar la actividad física disminuye con la edad, en este caso la fatiga puede aparecer con menor esfuerzo o con actividades físicas menos intensas. La capacidad de recuperación también disminuye con la edad. Por esta razón, el adulto mayor puede sentir “como si le hubieran dado una paliza” después de un ejercicio que hizo el día anterior o después de hacer un ejercicio leve. Cuando la persona no tiene un buen acondicionamiento físico también puede haber tendinitis, miositis (inflamación del musculo) y cierta predisposición al desagarro y a los esguinces, sin embargo, la buena condición musculo-esquelética y cardiovascular se puede preservar si el adulto mayor sostiene con regularidad sus actividades físicas.
El gran problema es que mucha gente joven o de mediana edad se encuentra en condiciones física iguales a la de muchos adultos mayores, debido al sedentarismo crónico. También es cierto que muchos adultos mayores tienen un mejor estado físico que mucha gente joven, por ejemplo, una persona de 80 años físicamente activa puede tener una capacidad aeróbica igual a una persona de 50 años sedentaria. Esto significa que la última puede tener el mismo riesgo cardiovascular de la persona de 80 años, en el momento de un estrés hemodinámico, como puede ser la fase pulmonar de la enfermedad COVID-19.
La obesidad tiene un exceso de tejido adiposo, el cual es relativamente inactivo desde el punto de vista metabólico, reduce la tolerancia al esfuerzo, aumenta la fatiga y disminuye la capacidad aeróbica máxima. Por eso la fatiga es mayor en las personas que tienen poca masa muscular y más masa grasa o en las personas obesas o sedentarias.
La prueba de ejercicio cardiopulmonar para el VO2 máx. Es una parte rutinaria de la evaluación preoperatoria para algunos pacientes quirúrgicos de "alto riesgo" en algunos hospitales. Estudios anteriores han demostrado que los límites de VO2 pico específicos de la enfermedad menores a 18.3mL/kg/min. Pueden usarse para predecir un mayor riesgo de mortalidad a los 90 días postoperatorio. Por esta razón, es importante considerar el estado físico basal de los pacientes antes de la intervención o en caso de una infección grave.
En la pandemia que ha producido el SARS-COV-2 no hay estudios que respalden las pruebas de rutina de VO2 máx, antes de la infección, como un método de evaluación de riesgos del paciente que ingrese a la unidad de cuidado intensivo. Los expertos sugieren que la VO2 max puede ayudar a evaluar las reservas fisiológicas basales de los pacientes.
Se ha demostrado que los programas de ejercicio en el hogar reducen las complicaciones de pacientes cardíacos, pulmonares y postoperatorios. Su preparación debe empezar antes del procedimiento quirúrgico. Su capacidad física se incrementa significativamente en un período de solo 4 a 6 semanas.
El mensaje es claro: las posibilidades de sortear exitosamente la infección por COVID-2 se incrementan con un buen acondicionamiento físico y se reducen en caso contrario. ¡No hay duda!
1. Irfan Ahmed. COVID-19. Does exercise prescription and maximal oxygen uptake (VO2 max) have a role in risk-stratifying patients? Clinical Medicine 2020. Vol 20, No 3: 282–4.